Desde su creación en 1999, el SEAT León ha destacado siempre en iluminación. Cada una de sus cuatro generaciones se ha adelantado a su tiempo, incorporando la tecnología más puntera del momento en un proceso de actualización constante. “El León ha sido y es un referente, no solo en SEAT, sinó también en el segmento de los compactos. Siempre ha incorporado las fuentes de luz más eficientes y potentes para garantizar la conducción nocturna más segura”, explica Magnolia Paredes, responsable de Desarrollo Electrónico y Validación del Departamento de Iluminación de SEAT. Ella cumple 20 años en la compañía, prácticamente los mismos que el León lleva iluminando el camino.
La luz pionera. La primera generación, con unos potentes faros halógenos, representó un antes y un después. “Fue el primero con tulipa exterior plástica, lo que permitió poder trabajar sin restricciones de forma, jugando con la superficie iluminante. Con el primer León, los faros cobran protagonismo como parte esencial del diseño del coche”, asegura Paredes. Pero, además, incorporaba la última tecnología. Por ejemplo, la altura de los antiniebla, que eran de serie, se podía regular a través de un mando para conseguir el mayor alcance posible sin deslumbrar al resto de conductores.
Automatizando la luz. En la segunda generación se introdujeron las lámparas de xenón. Esta tecnología ofrecía mayor luminosidad (con 850 lúmenes frente a los 500 de los halógenos), un consumo un 35% inferior y una vida más larga. “Además, su color, más blanco, con una temperatura de color de 4.000 Kelvin, permitía reducir la fatiga ocular en los largos desplazamientos nocturnos”, mantiene Paredes.