La historia de Nikki Jeffreys. Nikki nos cuenta como su SEAT Altea le salva la vida.


Eran las nueve de la mañana y, como cualquier otro día, Nikki Jeffreys, se dirigía al trabajo tras dejar a sus hijos al colegio en Swindon, en el suroeste de Inglaterra. El tráfico era normal, no muy denso, cuando de repente su coche, un SEAT Altea, que circulaba a unos 100 kilómetros por hora, chocó contra otro vehículo que había perdido el control. “Me vi en la cuneta con cuatro o cinco personas alrededor mío diciendo que no me moviera. Podía sentir mis pies, mis manos, así que pensé que no me había pasado nada grave, pero me dolía todo, lo veía todo borroso y estaba muy confusa…”, narra recordando uno de los momentos más impactantes de su vida.

Su marido, Glen, precisamente circulaba en su vehículo a unos kilómetros atrás de la carretera donde sucedió el accidente. Ante el temor de que su mujer podía estar involucrada, intentó llamarla varias veces al móvil, pero no recibía respuesta. Consiguió acercarse al lugar de los hechos y finalmente vio el coche de su mujer completamente destrozado. “Cuando vi la cara de mi marido fue cuando me di cuenta de que realmente estaba grave. Su cara lo delataba”, recuerda emocionada entre lágrimas.




El fuerte impacto provocó a Nikki heridas de diversa consideración, tenía morados y cortes por todo el cuerpo, dos costillas rotas y un fuerte colapso pulmonar. “Tenía la marca del cinturón perfectamente visible en mi cuerpo”, explica. Al conocer las circunstancias del accidente y saber que Nikki había sobrevivido, la policía aseguró estar “muy sorprendida”, ya que, según su experiencia, “en un accidente de este tipo, con un impacto tan fuerte, si hubiera ido en otro tipo de vehículo, no estaría viva”. “Tu coche te ha salvado”, le dijeron.


Aún convaleciente, Nikki no paraba de dar vueltas a lo ocurrido y mientras pensaba en lo afortunada que era por haber sobrevivido decidió enviar un mensaje a través de Facebook a SEAT para explicar su caso y agradecer el trabajo que realizan los ingenieros de la compañía para garantizar la seguridad de sus modelos. “Quería que supieran que me siento muy feliz. Sobreviví gracias al coche y mis hijos siguen teniendo a su madre”, relata.


Al recibir este mensaje, el equipo de Seguridad del Centro Técnico de SEAT decidió invitar a Nikki a conocer las instalaciones en Martorell para que viera de primera mano todas las pruebas que se realizan para garantizar la seguridad del conductor, los pasajeros y peatones. Acompañada por su marido y sus dos hijos, pudieron ser testigos de todas las pruebas que el responsable de Seguridad Pasiva de SEAT, Mario Hurtado, y su equipo de ingenieros explicaban. El Centro Técnico de SEAT lleva a cabo más de 200 ensayos de desarrollo al año con el fin de reducir la probabilidad de lesión de los ocupantes del vehículo y los viandantes. Entre otras pruebas, pudieron ver cómo se realiza el test de baja y alta velocidad, que puede llegar a más de 60 kilómetros por hora. Al finalizar la visita, Nikki confesó estar sorprendida de que hubiera “tanto trabajo detrás  de un coche”.


“Antes cuando tenía que escoger un coche me guiaba más por su diseño pero ahora tengo clarísimo que lo más importante es la seguridad. Nunca caes en ello, pero tras mi experiencia veo que es crucial que esté ahí cuando la necesitas”, opina Nikki. 

Tras vivir esta experiencia y ser consciente de que podría haber fallecido, Nikki asegura vivir ahora de diferente modo. “Ahora valoro mucho más lo que tengo, mis hijos, mi marido, mi familia, todo”, concluye.